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Revilla, el fracking y las pancartas

Iñigo Fernández, diputado regional del Partido Popular

Hay personas que no tienen principios y que son capaces de defender una cosa y la contraria, dependiendo del viento que sople para sus intereses políticos.

 

Agarrarse a cualquier pancarta, como tiene por costumbre hacer Miguel Ángel Revilla, puede entrañar mucho peligro. Sobre todo si, como es su caso, uno ha estado los últimos ocho años al frente del Gobierno de Cantabria y es, por ello, responsable de una buena parte de los problemas que actualmente arrastra la región.

Algunos ejemplos recientes así lo ponen de manifiesto. Hace unos meses, el antiguo presidente regional y actual secretario general del Partido Regionalista de Cantabria (PRC) convocó a sus seguidores a una manifestación para exigir la reanudación de las obras de la Autovía del Cantábrico en el tramo comprendido entre Solares (Medio Cudeyo) y Torrelavega. Muy pocos le siguieron -apenas asistieron trescientas personas-, pero la sociedad de Cantabria quedó estupefacta ante su comportamiento. Muchos se preguntaban -nos preguntábamos- cómo podía salir a reclamar precisamente aquel a quien le paralizaron las obras. Porque la ejecución de la Autovía del Cantábrico entre Solares y Torrelavega estaba en marcha, y en el año 2010 se paralizó siendo presidente regional Miguel Ángel Revilla. Con la boca pequeña se quejó ante los socialistas, pero no exigió con decisión ni rompió su pacto de gobierno como consecuencia de ese hecho. Todavía volvió a reunirse con el ministro José Blanco. Le invitó a cenar. Jugaron al mús. Se abrazó con él. Le dio besos. Las obras se paralizaron siendo presidentes José Luis Rodríguez Zapatero y Miguel Ángel Revilla. Entonces no importaba. Ahora exige al Partido Popular (PP) que la ponga en marcha de nuevo. Afortunadamente los trabajos se retomarán inmediatamente, pero no es Miguel Ángel Revilla el más indicado para hablar de este tema.

Otro tanto ocurre con el AVE. Durante sus ocho años al frente del Gobierno de Cantabria, no se movió un papel. Ahora, cuando España se haya inmersa en la mayor crisis económica y financiera desde hace décadas - consecuencia en parte del desgobierno de los años anteriores - es cuando exige. Primero no había prisa. Primero no era prioritario. En Cantabria, cada vez que Revilla habla del AVE la gente se echa a reír. Ese es el crédito que tiene el líder regionalista en relación al AVE.

Sucede lo mismo con las políticas de reducción del gasto. Si a Revilla no le gustan los recortes, lo que debía haber hecho es gobernar de otra manera en lugar de dejar a la comunidad autónoma una deuda que sobrepasa los 2.000 millones de euros. Si ahora hay que hacer ajustes, es porque la deuda nos ahoga: esa deuda que Revilla dejó en herencia a todos los cántabros. Poco le importaron los recortes cuando gastó 45 millones en el fiasco de GFB, 35 millones de euros en el Racing; cuando firmó un contrato que obliga a pagar 1,1 millones de euros anuales hasta 2024 por el nuevo edificio del Palacio del Mueble; cuando se gastaban 105.000 euros en pulseras y 240.000 euros en camisetas para regalar.

Habría mil ejemplos para recordar, pero nada tan llamativo como lo sucedido en los últimos días en relación con las protestas ciudadanas contra la práctica de la técnica del fracking en nuestro territorio. Por acuerdo del Ministerio de Industria, el Gobierno de la Nación concedió cinco permisos de investigación en otras tantas zonas que afectan a Cantabria, Castilla y León y el País Vasco. Al tratarse de áreas que ocupan la superficie de más de una región, la autoridad competente para conceder estos permisos es el Ministerio de Industria. De los cinco otorgados, cuatro lo fueron en la etapa de Rodríguez Zapatero y uno más, el ultimo, en la actual. Este todavía no está en vigor. Hasta ahí podía justificaras la oposición de Revilla a la utilización de esta técnica en Cantabria.

El problema surge cuando se descubre que el sexto permiso de investigación concedido en Cantabria, que afecta a la comarca del Saja y el Nansa, fue otorgado el 31 de marzo de 2011 por el Gobierno de Cantabria, ya que la superficie se limitaba al territorio de la Comunidad Autónoma de Cantabria. Aquí no intervino el Ministerio de Industria: fue el gobierno de Revilla quien concedió la autorización.

El mismo Miguel Ángel Revilla que presidía aquel gobierno (31 de marzo de 2011) se presenta el pasado 6 de octubre en Santander en una manifestación que tenía por objeto rechazar el uso de esta técnica en nuestro territorio. Ver para creer. Ese es Miguel Ángel Revilla. No hace falta calificarle. Él mismo lo hace.

El Gobierno de Cantabria, por iniciativa de su presidente, Ignacio Diego, ha acordado iniciar los trámites legales para prohibir la técnica del fracking en la región, sea cual sea el origen de la autorización concedida. Es una medida que puede generar controversia: que encontrará partidarios y detractores. Pero es una posición.

Lo que no se puede entender es que quien concedió un permiso para utilizar la técnica del fracking el 31 de marzo de 2011 se manifieste un año después en contra de la utilización de dicha técnica. Y es que agarrarse a cualquier pancarta, como tiene por costumbre hacer Miguel Ángel Revilla, puede entrañar muchos problemas. Y uno por encima de cualquier otro: dejar en evidencia que hay personas que no tienen principios y que son capaces de defender una cosa y la contraria, dependiendo del viento que sople para sus intereses políticos.

 

Tribuna de opinión publicada el 18 de octubre de 2012 en El Diario Montañés

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