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Ignacio Diego expone su visión de la nueva Cantabria

Cantabria tiene que vivir de su trabajo, no de fantasías. Y por tanto la política correcta es hoy la política capaz de movilizar inversiones y crear trabajo, crear riqueza y dar horizonte a los que no tienen empleo y a los que están terminando sus estudios.

 

DISCURSO DE IGNACIO DIEGO:

[Este texto puede ser modificado por el orador]

Buenas tardes a todos. Gracias al fútbol, hoy tenemos que ir todos al grano y dejarnos de circunloquios. Lo cual en política creo que está muy bien. Así que vayan por delante mis tres profundos agradecimientos:

A los cántabros de Madrid, representados por la Casa de Cantabria, por su directiva y por su Presidente Carlos Paniagua, por su invitación y su magnífica hospitalidad. El Madrid cántabro o la Cantabria madrileña es muy importante para nuestra región, y esta Casa es fundamental en esa función positiva para nuestra tierra. Mi gratitud es tanto mayor cuanto que hoy es un gran día del deporte en Madrid y en España, y habéis optado por acompañarnos en estas horas previas.

Gratitud a mi Presidente, Mariano Rajoy, porque una vez más demuestra su compromiso por Cantabria. Dejadme que os recuerde que, en toda la historia democrática, ningún número uno nacional ha venido a Cantabria tantas veces como Mariano Rajoy. Y no en campaña, sino en todo tiempo y época. Cantabria cree en Rajoy porque Rajoy también ha creído siempre en Cantabria. En lo que me toca personalmente, además, quiero que quede constancia de mi agradecimiento. Un líder tiene que ser una persona cercana y una persona de equipo. Y Mariano tiene ambas virtudes en muy alto grado. Doy fe de ello.

Y tercer agradecimiento: a todos los cántabros y cántabras, que son la razón esencial por la que hoy me encuentro en esta Casa de Cantabria en Madrid; estoy aquí porque nos han respaldado de una forma generosa, mayoritaria y enérgica en todas las elecciones que hemos tenido en Cantabria desde 1994; porque han demostrado, aun en las circunstancias más difíciles, el deseo de buenas políticas y de buenos estilos de gobernar. Y porque estoy seguro de que ese sentimiento no ha dejado de crecer hasta convertirse hoy en un deseo general del pueblo de Cantabria: es la hora del cambio. Un cambio que los cántabros queremos para España, con un Presidente sensato, inteligente y equilibrado, como Mariano Rajoy.

Nuestro país ha sido gobernado desde 2004 por ideólogos desatados. Ahora debe ser gobernado por personas cuya principal ideología es el sentido común. Ese cambio es urgente, es necesario y, como el calendario electoral lo ha querido así, empieza el día 22 de mayo.

España atraviesa una difícil situación, con una tasa de paro que es el doble de la media. Y las políticas para cambiar esa situación tan grave hay que ponerlas en práctica no sólo en La Moncloa, sino en todos los niveles de las instituciones, porque todas están implicadas. El cambio es también generalizar las políticas del Partido Popular en ayuntamientos y comunidades autónomas, afrontando los problemas en vez de barrerlos debajo de la alfombra hasta que exploten.

Para España y para Cantabria, estos meses electorales, donde se elige todo, son cruciales. ¿Qué va a ser de nuestro país en esta década? ¿Qué futuro espera a nuestros hijos? ¿Qué garantías tenemos de volver a una senda razonable de empleo? ¿Qué capacidad tenemos para consolidar servicios públicos esenciales?

Estas preguntas son hoy las preguntas importantes, que se resumen en la cuestión de si es posible una nueva España que pueda proporcionar respuestas ilusionantes y afirmativas.

Pero eso es cosa de Mariano. Yo he venido a hablar de La Nueva Cantabria, que forma parte de ese proyecto general de regeneración del horizonte económico y social de España, pero que tiene sus rasgos propios. Porque Cantabria tiene su personalidad, su identidad y sus expectativas propias.

Este año celebramos el 30 aniversario de la Autonomía de Cantabria. Treinta años es un momento oportuno para hacer un alto en el camino, para reflexionar sobre lo andado y decidir el rumbo antes de proseguir la marcha.

Y lo primero que debemos constatar es que Cantabria se encuentra en una situación complicada. Tenemos que ser realistas y mirar a las situaciones de frente. Nunca habíamos tenido 50.000 parados y ahora prácticamente los tenemos. Hay ciudades como Torrelavega donde han desaparecido en sólo dos años el 27% de los pequeños comercios.

Las grandes obras públicas están paralizadas desde hace más de un año: la red de autovías, el Enlace de la Marga, los proyectos ferroviarios del AVE o las estaciones urbanas, la terminación del Hospital de Valdecilla, el desarrollo del Puerto de Santander y la financiación de la Autovía del Agua.

Las presuntas panaceas, como era el concurso eólico, se han mostrado a la hora de la verdad retrasadas porque, como nosotros advertimos ya hace más de un año, no se pueden poner los carros eólicos por delante de los bueyes jurídicos.

Todas las semanas nuestros ganaderos asaltan los hipermercados para protestar por los precios de la leche, que no les permiten cubrir los costes de producción a las 1.700 explotaciones que quedan de las 3.400 que hubo hace 8 años.

A esto, desde luego, tenemos que añadir que de, los 600.000 habitantes de Cantabria, todos han visto subir los impuestos y la inflación; muchos han visto rebajado su salario; y no pocos han visto congelada su pensión. El sistema financiero es muy restrictivo en los préstamos, y nuestro sector de construcción e inmobiliario está muy parado, habiendo sido un motor importante de la economía.

Esto es lo que hay. Los cuadros idílicos no proceden, no encajan en una realidad que es así de áspera, y con la que tenemos que lidiar en los próximos años buscando soluciones y uniendo voluntades.

Por tanto, Cantabria no lo tiene nada fácil. Seguimos siendo más periféricos que los vecinos, porque nuestras comunicaciones avanzan menos o no avanzan. No hemos desarrollado una vitalidad económica y demográfica suficiente como para superar por nosotros mismos esa desventaja inicial, y por tanto nuestra gran cuestión es qué podemos hacer a corto plazo para regenerar nuestra economía y empezar a crear empleo de inmediato.

Yo tengo mi visión y la quiero exponer hoy muy brevemente, sin pelearme con la Champions League, porque es un partido que no puedo ganar.

La clave para Cantabria está en generar un ciclo de inversiones significativas y sustanciales. En su mayor parte, tendrán que ser inversiones privadas, empresariales, que hemos de ser capaces de atraer a sectores económicos determinados. Pero habrá también una parte importante de inversión pública, tanto del Estado como de la comunidad autónoma, inversión que debe reconocer de antemano la realidad del déficit público, y por tanto la necesidad de concentrarse en acciones estratégicas y dejar para tiempos mejores las acciones complementarias.

Inversión privada, les digo. Y les concreto: no menos de 800 millones de euros al año. ¿Y cómo puede lograrse? Con seguridad jurídica y con un estado mayor compuesto por el Gobierno, los empresarios y los sindicatos. Seguridad jurídica en energía, en urbanismo, en medio ambiente, en industria. Para que haya inversión privada tiene que haber garantía jurídica, seguridad legal. Cantabria tiene que ser un paraíso para los emprendedores, no una máquina de generar pleitos administrativos.

¿Y en qué sectores? En la ampliación de industria exportadora que ya tenemos; en la creación de nuevo tejido empresarial en el turismo y los servicios tecnológicos; en el desarrollo sostenible de las áreas rurales, tanto agroalimentarias como forestales; y en una construcción adecuada a un desarrollo armónico de nuestro territorio. También tenemos una buena capacidad de empleo en temas logísticos, sobre todo en el Puerto de Santander, y en el crecimiento progresivo del polo sanitario y del universitario con el Campus de Excelencia Internacional.

Ahora mismo, es una urgencia para Cantabria crear este 'tridente' institucional y social que sea muy activo en la captación de inversiones, y en su concentración en aquellos sectores que pueden más inmediatamente generar puestos de trabajo en el sector privado. Hay que reinventar la Concertación Social para transformarla en un agente de Atracción de Inversiones.

Estoy absolutamente convencido de que con esa estructura, con esa prioridad y con el apoyo de nuestras entidades financieras, seremos capaces de alcanzar pronto esa velocidad de crucero de una inversión privada de 800 millones de euros cada año.

Esto es vital para Cantabria. Pero también lo es la recuperación de la inversión pública en programas estratégicos.

En primer lugar, inversión del Estado. ¿Quién no sabe hoy que el déficit público y su financiación en los mercados de deuda es un gravísimo problema de España, generado por la insensatez de los socialistas? Heredaron una situación de equilibrio presupuestario y lo tiraron todo por la borda. Pero es lo que debemos solucionar: ahora el gran tema es cómo orientar la inversión pública sabiendo que ha de ser mucho más selectiva que en el pasado.

En Mayo del 68 decían: Sed realistas, pedid lo imposible. En Mayo del 11 tenemos que decir: seamos utópicos, pidamos lo posible. Porque la realidad es que los que han arruinado a España y a Cantabria y han estado a punto de cargarse el euro el año pasado, sólo nos dejan la opción de pedir lo posible. ¡Y... gracias! Es como aquella película de José Luis Cuerda, "Amanece, que no es poco".

¿Qué entiendo yo que es lo posible, en materia de inversión del Estado? Pues bien sencillo: que inmediatamente se termine lo que no se ha acabado. Que no se dejen las cosas a medias ni agonizando. Por tanto: financiar Valdecilla y Autovía del Agua -que son promesas de ambos gobiernos durante 8 años totalmente incumplidas-, acabar la autovía Solares-Torrelavega y la Ronda de la Bahía, acabar el Enlace de la Marga y, sin dilación, reiniciar Aguilar de Campoo-Burgos, que me parece clave para el Puerto, la industria y el turismo.

Y luego las cosas que no cuestan dinero porque son decisiones políticas: rescatar la EDAR del Saneamiento del Saja-Besaya, y dar solución a los miles de empleos que dependen de la kafkiana aplicación de la Ley de Costas en Cantabria.

Y ahora la otra variante, la inversión propia: ¿Qué entiendo yo que es posible, en materia de inversión por parte de la propia comunidad autónoma, del Gobierno cántabro? Porque también nosotros tenemos déficit y deuda, que ya han pasado de los 1.000 millones de euros. Alguno se lo toma con alegría, pero pasar de la barrera de los 1.000 millones de euros es algo muy inquietante, cuando además los tipos de interés no harán más que subir.

Y hay más. Por un lado tenemos las cifras oficiales y luego están las cifras reales. Con artificios contables, se postergan unas enormes deudas sanitarias con proveedores que son enormes. Cantabria debe en medicamentos casi tanto como Cataluña.

Además, se cerró artificialmente el presupuesto a principios de diciembre para pasar parte de los gastos a 2011, donde tenemos, por tanto, gastos de 13 meses para ingresos de sólo 12. Es decir, que cuando se haga la luz sobre la situación financiera real de nuestra comunidad, tanto de la Administración como de las más de 60 empresas y entes públicos, se verá que las inversiones de la autonomía deberán ser muy selectivas durante un tiempo, hasta que logremos poner orden en las cuentas del Gobierno regional y recuperar la economía para incrementar los recursos fiscales.

¿Hacia dónde seleccionaremos, pues, nuestras inversiones?

Primero, a infraestructuras esenciales, que son básicamente una nueva conexión de Suances con la A-67 sobre la ría del Saja-Besaya, y una red de parques empresariales y polos tecnológicos en Santander, Villaescusa-Piélagos, Miengo, Torrelavega, Los Corrales de Buelna, Campoo, Castro-Urdiales y dos zonas a determinar, en Cayón y en Trasmiera, en el entorno de la Autovía del Cantábrico.

Segundo, completar equipamientos educativos y sanitarios. Es decir, mantener una buena velocidad para cumplir el programa del Campus de Excelencia Internacional, para solventar problemas locales de escolarización como en Castro y Piélagos, y para poner en marcha nuestra medida estrella, que será el programa de enseñanza del Inglés. Asimismo, queremos universalizar el servicio de guarderías 0-3 años, pero contando con la colaboración del sector privado. Es fundamental para las políticas de igualdad y conciliación, pero también para crear empleo. En el plano sanitario, hay que atender las necesidades de centros de salud y poner en marcha, de acuerdo con los profesionales, un programa de reducción de listas de espera y de control del gasto en suministros, energía, etcétera en todo el Servicio Cántabro de Salud. Todo eso requerirá inversiones que han de ser prioritarias.

Como pueden ver, aquí tenemos trabajo para cuatro años e incluso para más. Sabemos lo que queremos hacer y cómo lo queremos hacer.

Lo queremos hacer, en primer lugar, diciendo la verdad. Hoy más que nunca experimentamos el valor político de la verdad. Los ciudadanos de lo que están hartos no es de la política, como actividad de organizar la comunidad social para buscar el bien común, sino de la política como juego retórico para imponerse sobre los demás.

Hoy más que nunca los ciudadanos buscan políticos que les digan la verdad, sencilla y llanamente. Hemos sido testigos que cómo varios países de Europa han sufrido en el campo económico las gravísimas consecuencias de basar decisiones institucionales sobre premisas falsas o confusas.

Ejemplos que nos muestran que la transparencia democrática es no solamente un valor ético exigible en las instituciones, sino también una herramienta indispensable para el buen gobierno y la creación de empleo.

Por eso, me gusta decir que para mejorar la economía, necesitamos mejorar la autonomía. Y para mejorar la autonomía hay que reformarla y hacerla transparente.

Sin transparencia de la autonomía no tendremos la herramienta que necesitamos para crear empleo. Por eso, todos y cada uno de los candidatos del Partido Popular al Parlamento de Cantabria nos reunimos el sábado 16 de abril en Torrelavega para comprometernos por escrito y públicamente con un Manifiesto por la Transparencia en Cantabria.

En ese Manifiesto expresamos no sólo nuestra fe en los principios de la democracia y la Constitución, sino también nuestra voluntad de poner en marcha 10 medidas fundamentales para acabar con el oscurantismo y el despilfarro de estos años últimos, y para hacer que la transparencia sea el principio esencial de funcionamiento de la autonomía.

Cantabria tiene que vivir de su trabajo, no de fantasías. Y por tanto la política correcta es hoy la política capaz de movilizar inversiones y crear trabajo, crear riqueza y dar horizonte a los que no tienen empleo y a los que están terminando sus estudios.

Ahora bien, con 50.000 parados no podemos ofrecer a los ciudadanos sólo grandiosos planes que tardarían mucho tiempo en tramitarse y que no permitirían emprender la remontada a corto plazo. Necesitamos soluciones ya, no promesas para 2020.

Por eso, he publicado y difundido por toda Cantabria mi compromiso con las medidas concretas e inmediatas que llevaré a cabo en los primeros 100 días de mi Gobierno, esto es, entre julio y octubre de este año. Son de todos conocidas y no quiero extenderme desgranándolas. Van desde el plan energético regional, a las nuevas normas urbanísticas, pasando por medidas de choque para el Turismo y el sector primario de Cantabria. Si hay alguien que todavía no las conoce, que no dude en pedírmelas al terminar.

Lo que Cantabria necesita es un Gobierno que, por coherencia interna, por agenda de trabajo, y por coalición con los agentes sociales, consiga un sustancial incremento de la inversión empresarial privada en Cantabria, y al mismo tiempo un incremento en la inversión del Estado y de la Autonomía en acciones estratégicas: comunicaciones, suelo industrial, equipamientos educativos y mejora sanitaria.

Naturalmente, jamás vamos a renunciar a que el Gobierno de España cumpla con sus deberes, sobre todo en aquellos temas donde ha sido burlada y escarnecida abiertamente, como el AVE. Quiero recordarles que no hace tanto tiempo los dos gobiernos decían en Zaragoza que íbamos a tener AVE con Madrid y AVE con el valle del Ebro a través de Bilbao. Aquellas músicas celestiales se resumen en que hoy somos la única comunidad del Norte que no tiene adjudicado un solo tramo del AVE, ni para un lado ni para otro.

Los ocho años ferroviarios completamente perdidos por ambos gobiernos en complicidad no son fáciles de recuperar de un plumazo. Yo cuento con algo inestimable, que es el compromiso de Mariano Rajoy con la alta velocidad para Cantabria. Esa es la única garantía que cuenta para los cántabros. Pero Mariano Rajoy no es Harry Potter y, si tiene que partir del cero zapatero, hay plazos de aprobación de proyectos, evaluación ambiental, adjudicación y ejecución material que suponen muchísimos meses. Y no se puede aprobar en 8 minutos una asignatura en la que no se ha tocado el libro durante 8 años.

Pero, naturalmente, sabiendo los tiempos y la herencia que recibimos, el AVE, los saneamientos y la mejora ferroviaria en el corredor Laredo-Castro-Múskiz son banderas permanentes de Cantabria que nunca serán arriadas, como tampoco lo será un buen plan plurianual de inversiones en el Puerto de Santander, o la integración urbana de las estaciones tanto en Santander como en Torrelavega y Camargo.

En definitiva, la nueva Cantabria será una Cantabria del Empleo y de las Cosas Bien Hechas.

Hay que recuperar la ilusión y creo que entre todos vamos a ser capaces de lograr nuestros objetivos. Para ello, hay que abrir un nuevo ciclo político en el cual el Partido Popular pueda realizar las reformas necesarias, con su claridad de programa y con la mucha gente preparada que tiene en su organización y en su entorno.

El premio será un nuevo ciclo de prosperidad y oportunidades. Pero hay que elegirlo, y por eso las elecciones autonómicas del 22 de mayo son importantísimas. Ese día tendremos que elegir si Cantabria se suma al cambio que moverá a toda España hacia adelante o se queda parada en las mismas políticas que ya hemos comprobado a lo largo de estos ocho últimos años.

Llevo meses recorriendo toda Cantabria con mi fórmula de 'Diego en Directo'. Es como 'tengo una pregunta para usted'. La entrada es libre, yo hago una breve exposición, y luego los asistentes me preguntan sobre lo divino y lo humano. Pues bien, he podido ver en los rostros de cántabros y cántabras un enorme deseo de cambio. Hay gran preocupación, y la gente quiere soluciones y demanda seriedad.

También llevo meses reuniéndome con casi todos los sectores productivos de Cantabria. ¿Y saben ustedes cuál es mi sorpresa? Que el 99% de ellos, cuando acabamos la reunión y nos estamos despidiendo, me dicen: "Nacho, por favor, tenéis que gobernar porque aquí se necesita un cambio ya". Lo dicen ellos, espontáneamente, nunca antes había visto tan clara y tan intensa esa necesidad. Antes lo decían algunos, muchos, si queréis. Pero ahora lo dicen casi todos.

De manera que es el momento del cambio en Cantabria, y el cambio será muy sano y positivo para nuestra querida tierruca. Y no lo va a hacer sólo un candidato del Partido Popular, sino que es algo que vamos a hacer entre todos los cántabros, con fe y con ilusión.

Puedes confiar, Mariano. Podéis confiar todos en una Nueva Cantabria. Ya estamos trabajando en ella, y cada día se unen a nosotros más y más personas. Entre todos, vamos a conseguirlo.

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